Mariskral , Kralembauer , actor secundario Bob, el Bisbal checo, Magiskral … En las últimas semanas se ha establecido un animoso debate en el seno de la afición del Espanyol sobre cuál debe ser el sobrenombre con el que bautizar a Alex Král (1998, Košice), llegado este verano a Cornellà. Tiene la necesidad el aficionado perico de convertir en cercano, en sentir como de la familia a su nuevo ídolo, el hombre que ha conseguido una identificación total en tiempo récord con la grada y el club en este comienzo de temporada. Dos meses después de su llegada, Král es monarca en Cornellà. Se lo ha ganado en el campo gracias a una enorme personalidad, pero ha ayudado al enamoramiento el romanticismo que despierta esa apariencia un tanto bohemia y despreocupada, un poco setentera. Como si Král no fuera en sí un apellido lo suficientemente peculiar (en la lengua eslava que se habla mayoritariamente en la República Checa Král significa ‘rey’), la afición ha elaborado una lista interminable en la que el acuerdo es imposible. Lo que sí empieza a construirse es la fe en el jugador. Algunos le llaman kralismo , y ha sido amor a primera vista.