El Girona empezó la temporada inmerso en tres competiciones. Cuatro meses después, sus esfuerzos se centran en la Liga, utópicas las opciones de pasar a la siguiente fase en la Champions. Los múltiples objetivos al inicio del curso se han reducido a volver a Europa el próximo curso y la visita a Son Moix, ante un rival directo, se presentaba importante para medir las opciones de los de Míchel. Y las sensaciones no pudieron ser peores ante un Mallorca que se llevó la victoria gracias a su competitividad y solidez. Ni avanzándose en el marcador, con el gol de Van de Beek. Ni tampoco con un jugador más durante más de una hora por la roja a Muriqi. Y para más inri regalando un gol por sendos errores de Juanpe y Gazzaniga. El Girona fue un equipo impotente al que le faltó todo lo que tuvo Larin, autor de los dos goles locales, que dio un ejemplo de convicción y capacidad de crear peligro.