La fortaleza de los equipos hechos y derechos se mide en momentos de adversidad. Que el ­Real Madrid marcara en el minuto 5 y el Barça no cambiara ni media coma del plan que llevaba ­escrito de casa habla de la convicción que tenía en lo que pretendía hacer. Ese tipo de respuestas anímicas y futbolísticas, nada miedosas sino intrépidas y valientes suelen ser mérito del entrenador, en este caso Hansi Flick, quien en apenas unos meses, con lagunas probablemente atribuibles a todo proceso de ajuste (especialmente las derrotas ante Las Palmas, Leganés), ha sido capaz de construir un equipo que huele a grande. De momento, ya es campeón de la Supercopa.

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