A Hansi Flick solo le ocupa el presente y lo que suceda en el campo. El resto, no puede controlarlo. Poco a poco, el técnico alemán va conociendo la idiosincrasia del Barcelona. Flick blindó y protegió a la plantilla durante el sainete de las inscripciones de Dani Olmo y Pau Víctor. Conversó con los jugadores. Los aisló en la medida que pudo. Hizo de portavoz. Respiró cuando conoció la cautelar del CSD. Y trabajó en el campo para regresar de Yida con una exhibición futbolística del Barça en la final de la Supercopa de España ante el Real Madrid (2-5). Para Flick la atmósfera que hay es fantástica. “Somos una familia”, insistió de nuevo ayer, evitando profundizar más en el conflicto con el que el Barça cerró el 2024 y abrió el 2025.