No ha necesitado mucho tiempo Vitor Roque para comprobar que en el Barça no hay espacio para el sosiego. Su nueva vida va a ser frenética y eso también va a requerir una adaptación rápida por su cuenta y riesgo. Debutaba el jueves en Las Palmas, en partido de Liga y con una temperatura canaria de lo más agradable, jugando los últimos minutos. Repetirá este domingo en partido de Copa del Rey y en Barbastro, donde el termómetro amenaza seriamente con acercarse a los cero grados a lo largo del partido, y seguramente se cuele en el once inicial por primera vez. Y la tercera etapa de su aterrizaje en el club azulgrana le espera en apenas un par días, ahora en la Supercopa de España ante el Osasuna, recuperando temperaturas desérticas tras un viaje a Oriente Medio. Un mareo absoluto para un joven de 18 años recién aterrizado en un club de la talla del Barça, demasiado necesitado de alegrías.