En pocos meses han fallecido Bobby Charl-ton y Franz Beckenbauer, los dos jugadores más emblemáticos del fútbol inglés y alemán. Se han ido dos estrellas que definieron el fútbol de su tiempo y, de algún modo, la época en que vivieron. Como Charlton, hijo y hermano de mineros, Beckenbauer creció en una ciudad arrasada por las bombas, el Munich de la posguerra, donde el fútbol era la última de las preocupaciones de sus habitantes. Con nueve años escuchó en la radio la final del Mundial de 1954, el célebre milagro de Berna. Alemania derrotó a la Hungría de Puskas, Boszik y Kocsis, momento que adquirió un carácter mitológico porque infundió un nuevo optimismo a una sociedad sobrecogida por la derrota y la devastación. En términos simbólicos significó el comienzo del vertiginoso desarrollo económico alemán.