En el 2004, Aurelio De Laurentiis estaba desayunando en Capri cuando leyó en Il Mattino que el Nápoles había quebrado e iba a ser subastado. En Italia era conocido por ser un importante productor de cine, propietario de la empresa Filmauro, líder en la producción y distribución italiana, con cientos de películas rodadas a sus espaldas. Llevaba el séptimo arte en la sangre como sobrino de Dino De Laurentiis, uno de los más célebres productores de grandes historias como La strada o Las noches de Cabiria de Federico Fellini. Ni siquiera tenía idea de fútbol: lo que a él le gustaba, además del cine, era el baloncesto.