Hay heridas que tardan en cicatrizar, más cuando no se dispone del ungüento adecuado. Sucede en Mestalla, donde aún permanecen vivos los ecos del caso Vinícius, gracias a ese ecosistema mediático con sede en Madrid capaz de modular la opinión pública de acuerdo a sus intereses, taponando cualquier capacidad reactiva de las periferias. Recordemos: partido entre el Valencia CF y el Real Madrid, en plena campaña electoral del 28-M, un grupo de energúmenos lanza insultos racistas, el jugador se revuelve, las imágenes se viralizan; periódicos, televisiones, radios y comentaristas residentes en la capital sentencian que todo el valencianismo, y València, es racista.