N unca conocí a dos amigos tan diferentes. Paco y Miquel son David y Goliat. Paco es alto, tranquilo y formal y tiene la mirada afable de quien se bebe la vida a sorbos cortos, como el buen ron. Camisa limpia y de botones, bien peinado siempre, el otro día Paco entró en un bar de aroma colonial de Bulawayo, en Zimbabue, se encajó hasta las cejas un sombrero color crema de ala corta y se echó a temblar Al Capone. A sus 69 años, Paco piensa, ríe y viaja mucho, la forma más divertida de negarse a dejar de ser joven.