Con la cara crispada, la mirada en el suelo y la preocupación bien patente. El Barça no arranca y su entrenador, Xavi Hernández, busca soluciones sin encontrarlas. Por eso dice basta. Por eso se ha hartado de las buenas palabras y de las palmaditas en la espalda. Por eso ha elevado el tono y exige a sus hombres que despierten ya. “Hemos de cambiar la mentalidad si queremos ganar títulos”, espetó Xavi. Cada partido es una agonía, un sinvivir, un rezo para intentar sumar ni que sea un punto. Cada encuentro supone una nube cortocircuitada de piernas, de imprecisiones, de falta de continuidad. Cada función acaba con sabor agridulce. Por eso el entrenador tocó a rebato.

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