El Barcelona tuvo un cumpleaños feliz. No pudo haber mejor regalo para la efeméride que el billete para los octavos de final de la Champions. Joan Laporta sopló las velas del pastel conmemorativo de los 124 años de historia del club blaugrana y dio rienda suelta a su euforia. Difícilmente el ambiente hubiera sido igual de relajado, risueño y triunfante en la presentación del logo y del manifiesto del 125.º aniversario del club de no haber ganado al Oporto el martes. Pero el triunfo del equipo de Xavi, alternando dosis de agonía y ratos de buen fútbol, consiguió apaciguar los ánimos, revueltos tras el empate en Vallecas y la imagen de los últimos encuentros. Dio una tregua al club de las polémicas semanales. Un ticket de tranquilidad, como le gusta llamarlo al cuerpo técnico. El optimismo irredento de Laporta hizo el resto cuando se apoderó del acto en el que se presentaba a David Carabén como comisionado de las celebraciones.

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