Aún no tenemos la perspectiva suficiente para definir la rivalidad que nos separa del Girona y no sabemos cómo actuar en un partido –dinámico, divertido, sin interrupciones del VAR, con una clara voluntad de ataque de ambos equipos– como el de ayer. Es un problema estructural en las relaciones entre los culés y una tribu futbolística que ni siquiera tiene un mote antropológicamente solvente (no sé a vosotros, pero no me convence la denominación de albirrojos ). Aunque no sea obligatorio, el fútbol también se explica a partir de los motes. Culés, merengues, periquitos ¿y en el caso del Girona, qué? ¿Montilivianos? ¿Gironistas? ¿Gironianos? ¿Montilivescos?