En la Champions se juega, pero, sobre todo, se gana. Competición episódica por excelencia, suele premiar al más eficaz y al más fuerte mentalmente. En las eliminatorias se puede ser superior al adversario con el balón, generar más ocasiones, ser más lindo, y acabar viendo el resto del torneo por televisión. Es el campeonato de las áreas, en el que contar con un delantero en racha y un portero supremo puede conducir hasta las últimas rondas. Si no, que se lo digan al Madrid con Courtois y Benzema en otras temporadas. Por eso la Champions acostumbra a poner bajo la lupa a los arietes. El Barça y el Nápoles cuentan con dos nueves capitales y sus problemas durante la temporada sirven para ejemplificar los de todo el equipo.