El problema de Vinícius ya se ha cronificado, y el Madrid, de puertas adentro, es consciente de no haber sabido encontrarle una solución. El brasileño, que en julio cumplió 23 años y lleva con esta seis temporadas en el primer equipo, va camino de convertir ­todos los partidos de los de Ancelotti en un Vietnam, en especial los de fuera del Bernabéu. Su caso ejemplifica las paradojas del fútbol en alguien incapaz de controlar su estado emocional. El jugador es un superdotado técnica y físicamente, un potencial Balón de Oro, y, sin embargo, pocos partidos hay en las que no acaba al borde de la expulsión, desquiciando a todos, incluidos a compañeros.

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