El rojo y el negro se distinguen en la grisácea mañana de domingo en Friburgo. Ataviados con camisetas y bufandas del Bayer Leverkusen, decenas de seguidores pasean antes del partido bajo la llovizna por el casco antiguo junto a la catedral y sus particulares bächle, riachuelos que discurren por el lateral de las calles de la ciudad alemana. Un desplazamiento más, acompañan en masa –unos 3.800– al club outsider del fútbol europeo, el equipo de moda que abruma en Alemania e ilusiona a los aficionados como nunca antes había ocurrido en sus 120 años de historia.