Desde que se fue Angela Merkel (nada como decir adiós a tiempo), las cosas en Alemania no son lo mismo. De locomotora de Europa, nada de nada. El pronóstico de crecimiento para este año es de un raquítico 0,2% (quién te ha visto y quién te ve), la guerra de Ucrania causó estragos en la inflación, la ultraderecha (AfD, Alternative für Deutschland) es ya el segundo partido en intención de voto, el ascensor para acceder con bicicleta a la estación de metro de Rosenthaler Platz puede pasarse meses estropeado sin que nadie mueva un dedo (experiencia personal), y un tren desde Hannover puede llegar a la Hauptbahnhof de Berlín con tres horas de retraso (también experiencia personal).