Le quedan al FC Barcelona cuatro partidos con un objetivo poco ilusionante a la par que necesario. Conseguir la segunda plaza es algo vital para un club en horas bajas donde cada millón de euros cuenta. Para empezar, implica unos 50 millones de ingresos. Es también el pasaporte para ir a Arabia Saudí a disputar la Supercopa de España que supone una entrada de siete millones, uno más si el Barça accede a la final y dos más si levanta el título. Al margen quedan los derechos televisivos y futuros acuerdos de patrocinio. Toda esta lluvia de millones sin duda ayudaría a que la planificación deportiva pensada salga más o menos adelante. Al margen viaja el orgullo y la autoestima de un club que ve como el Real Madrid vive desde hace tiempo una situación opuesta a la suya. El año que viene, a falta de oficialidad, se sumará Kylian Mbappé. “Venga que esta semana hemos entrenado bien. Y ya hemos agotado el cupo de mala suerte”, transmitían ayer desde la ciudad deportiva cuando recibieron la visita del vicepresidente deportivo Rafa Yuste, gran defensor de Xavi.

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