Incapaces de definir los cánticos de Montjuïc, los asistentes al Barça-Rayo se entretienen en un fratricidio recreativo y sintomático. ¿Qué cantan? Dos versiones: “¡Xavi, sí; ¡Laporta, no!” y “¡Barça, sí; Laporta, no!” El foco cantor está situado en la grada de animación. Es una rémora perversa que el club ha potenciado desde una concepción propagandística de la militancia. La grada de animación es un monstruo que, en momentos de opulencia del juego y satisfacciones máximas, ordena el entusiasmo. En momentos más convulsos, en cambio, incluso los otros aficionados de la grada (los que no son turistas) los pitan para distanciarse y que la imagen de la propia división no sea fagocitada por los famosos “enemigos del Barcelona”. Así que, en la práctica, tanto cuando elogian a Xavi como cuando critican a Laporta no deberíamos darles la importancia que no tienen.

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