Acoger una final de la Champions es un honor que la ciudad de Bilbao se ha tomado muy en serio. Un paseo por la ciudad basta para comprobar cómo se ha volcado con el partido: banderolas en cada farola, una réplica gigante del balón de la final –decorado con motivos de la ciudad como la arquitectura de San Mamés o la tradicional baldosa de Bilbao– en la popular plaza Circular, bancos transformados en banquillos con asientos rojos y marquesinas azules repartidos por las calles… 

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