La nostalgia es un brebaje peligroso. Su abuso causa el efecto de una telaraña bien trenzada que puede inmovilizarlo a uno en el pasado y momificarlo antes de tiempo. Pero con moderación, no más que unos chupitos, puede tener el mismo efecto que un vigorizante de efecto inmediato. Uno cierra los ojos para echarse un viajecito a los días de antaño, y cuando los abre de nuevo descubre que el recuerdo le ha pintado una sonrisa en los labios.