De todas las maneras posibles y de la misma. Yendo de tapado o de favorito. Sufriendo hasta el último instante o siendo muy superior. Aguantando el chaparrón hasta el descanso y reaccionando después. En Ámsterdam, en París, en Lisboa, en Milán o en Londres. En el fondo da igual el sitio. En todas partes el Madrid levanta su copa, canta su himno, se emborracha de euforia y va aumentando su cuenta de títulos europeos a una velocidad industrial. De la séptima a la decimoquinta, poco más de un cuarto de siglo. Un dominio descomunal de una competición en la que pone su sello.

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