La filosofía, un concepto tan respetado en la Antigua Grecia, puede sonar incluso a despectiva trasladada a la era moderna y, concretamente, al mundo del fútbol. Cualquiera que se aleje de la norma y haga lecturas más profundas de lo que es costumbre acaba con ese sambenito, como si fuera algo malo ver más allá del verde. “Nos enfrentamos a nosotros mismos, no a los demás”, proclamaba Luciano Spalletti (Certaldo, Toscana, 1959) antes del inicio de la Eurocopa.