Ese entrenador le tiene manía. Y el otro. Y el de más allá. Cuando todos los técnicos le tienen manía a un futbolista la sombra de la sospecha se despliega como un mapa de carreteras de los antiguos sobre los hombros del jugador. Cuando el protagonista no encuentra quien lo adore desde el banquillo es que lo que acaba por fallar es él. Ya sea a nivel técnico o, normalmente, mental. Pues estos casos suelen darse con futbolistas de estilo fino pero de psicología de cristal o inexistente. Es lo que ocurre con el portugués João Félix, llamado en su día a ser una estrella de alcance mundial pero que nunca encuentra la regularidad mínima exigible en la alta competición. De momento, en esta Eurocopa no ha disputado ni un minuto con Portugal. Frente a la República Checa, cuando su selección necesitaba remontar, y ante Turquía, con el partido sentenciado, el mediapunta no ingresó en el césped. Es de esperar que contra Georgia, con Portugal sin jugarse nada, se estrene. Pero, de momento, Robert Martínez piensa como Xavi Hernández, que apostaba porque João Félix no siguiera vistiendo de blaugrana la próxima temporada.