El ciclismo está en constante movimiento. Hay que acelerar. Es una continua pelea para no quedarse atrás. Sucede en el pelotón, en busca de la mejor posición. Y también fuera, donde las marcas empujan para introducir su última creación. En las telas de los maillots, tan finas que clarean, para luchar contra las altas temperaturas. En los bidones, que se hace rectangulares y no cilíndricos para que encajen a la perfección en los cuadros planos de las bicicletas. La aerodinámica se estudia y se sigue como una religión. Se repudia la estética con tal de minimizar la resistencia al viento. El mayor ejemplo son los cascos que parecen de astronautas o de Star Wars que se verán este viernes en la contrarreloj. Ganancias marginales, les llaman. Y ahí se agarran los equipos.