Como buen portero, Unai Simón (Murguía, 1997) huye de los estereotipos. Es discreto, ni siquiera usa las redes sociales, y cuesta verle sonreír en público. Los que le conocen aseguran que esa imagen hermética que transmite hacia el exterior no tiene nada que ver con su verdadera personalidad. Él mismo lo admite, aún exhausto por el esfuerzo hecho ante Alemania, y aborda horas decisivas en el seno de la roja con La Vanguardia.

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