Hablar del balonmano sueco siempre exige mucho respeto, pero si además los nórdicos están necesitados, como era el caso tras su derrota contra Alemania, se convierten en un rival francamente temible. Demasiado en cualquier caso para los hispanos, muy desdibujados durante muchas fases del partido ante el auténtico vendaval de los nórdicos. El equipo de Jordi Ribera vivió permanentemente por debajo en el marcador y pese a que antes del descanso consiguió meterse en el partido (1-1), en el segundo tiempo fue sonrojado por la superioridad defensiva sueca.