La pasión se lleva en la sangre. Es un ingrediente que cotiza alto en la élite. Sin pasión no se puede salir de casa a las ocho de la mañana y volver a las nueve de la noche sin haber hecho otra cosa, alimentarse a parte, que vivir, pensar y soñar con un deporte, en este caso el bádminton. Esa pasión hace volar a Carolina Marín, que ya está en las semifinales de los Juegos de París. Ya se encuentra en el alféizar de las medallas. Ahí donde quería colocarse. Lo logró tras batir a la japonesa Aya Ohori, cabeza de serie número 8, por 21-13 y 21-14 en 52 minutos. Su juego resultó demoledor, intenso, agresivo y variado. “Estoy muy orgullosa de Carolina Marín, he sido la loba que quiero ser, y cuando Carolina Marín es esa loba que muerde y no suelta a su presa hasta el final todo funciona”, afirmó la española.

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