“Hijo, no te dediques a la ingeniería, que está muy mal pagada”. Por suerte para la Fórmula 1, ni el señor Newey, un cirujano veterinario amante de los coches, era un visionario, ni su hijo Adrian le hizo caso. El chico se licenció en 1981 en Ingeniería Aeronáutica en la Universidad de Southampton, “más que por interés en los aviones, porque era la mejor disciplina para la competición de coches” –justificaba el ingeniero–, y en los últimos 34 años ha logrado que los bólidos que ha diseñado volasen. Ahí está el dato: Adrian Newey, considerado el Leonardo da Vinci de la F-1, el gran druida de la aerodinámica, está detrás de 25 títulos mundiales, 13 de pilotos y 12 de constructores. Desde hoy, es el gran fichaje de Aston Martin, la última bala de Fernando Alonso para volver a ser campeón.