Toda historia tiene un final y el de la racha inmaculada del Barça en la Liga ocurrió en El Sadar y sin paliativos. El número de victorias se frenó en seco en siete, que tampoco está nada mal, a una del récord del club –aquella racha con Martino también acabó en Pamplona, curiosamente-, tras una noche con muchos más oscuros que claros, marcada por las rotaciones masivas que aplicó Hansi Flick dejando a cinco titulares en el banquillo

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