La liturgia lo es todo en San Mamés. Un estadio que es mucho más que un lugar donde se juega con un balón. En ningún otro campo del planeta el fútbol es apéndice de la tradición como sucede aquí. Desde el Padre Nuestro que recita el capitán del Athletic en medio del silencio sepulcral del vestuario, hasta la tradicional txalaparta, instrumento que profiere unos sonidos tribales antes del partido que construyen una atmósfera que rezuma solemnidad. San Mamés es cultura, costumbrismo y fútbol. Del antiguo y del moderno. Del que provoca dolor y del que lleva al éxtasis. Por eso cuando, como ayer el Espanyol, un equipo se enfrenta al Athletic, sabe que no lo hace contra once futbolistas, sino contra toda esta mística que hacen de San Mamés una experiencia terrible.

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