El Barça decretó en el Bernabéu el fin de su angustiosa depresión, una larga época de ruido y sufrimiento, del desencanto que ha presidido el rumbo del club, sometido a toda clase de malas noticias. Aquel periodo, que en términos simbólicos comenzó con la pandemia en marzo de 2020, se ha cerrado con dos victorias colosales frente al Bayern y el Real Madrid, las némesis del Barça. Nada será igual en el Barça, no importa el destino definitivo de la temporada. Es octubre y mayo queda lejos, pero resultará imposible quebrar el relato de un equipo que ha regresado donde debe, a la primerísima fila del fútbol mundial. Su exhibición en el Bernabéu no es fruto de los azares de un partido. El Barça tenía que consagrar su imponente crecida en el Bernabéu y no desmayó un minuto en conseguirlo. Marcó cuatro goles de exquisita factura, redujo a cenizas al Madrid y salió investido del clásico como el equipo más excitante de Europa. El Barça decidió su suerte durante todo el partido, en el primer tiempo a través de su sistema defensivo. En términos futbolísticos provocó en el Madrid una neurosis de offside . Lejos de atemperar la puesta en escena que sacó de quicio al Bayern, Flick insistió en adelantar la línea defensiva hasta límites insospechados. Fue un acto de coraje, inteligencia y convicción. El Madrid, que desistió de jugar para enrocarse en los lanzamientos a Vinícius y Mbappé, vivió en fuera de juego toda la noche. Capituló, y eso ocurrió tras el descanso, cuando comprendió que no tenía alternativa al eficaz plan del Barça. El Madrid entró en crisis y se quedó en los huesos, sin nada que ofrecer.