La estrategia del fuera de juego es un recurso inteligente de realismo. Durante demasiado tiempo, la debilidad defensiva del Barça generaba desconexiones grotescas. Los futbolistas tenían que vigilar latifundios de césped y eso les exigía un nivel utópico de atención. Igual que hizo Arrigo Sacchi en algunos momentos del mejor Milan de la historia, Flick entiende que le resulta más fácil ceñirse a esta fórmula, con los riesgos que comporta, que perpetuar un sistema defensivo que, en la práctica, no funcionaba. Como pasó en Milán, es una solución provisional, hasta que los rivales aprendan a desactivarla. En el Bernabéu, sin embargo, con los elementos más susceptibles de romper la táctica del fuera de juego (Vinícius y Mbappé), el Barça venció brillantemente gracias al trabajo de preparación y a la objetividad robótica del VAR. Un VAR que, sin que sirva de precedente, aplica la justicia con los ojos realmente vendados.