Nunca es cómodo afrontar un partido en el Coliseum, uno de los campos menos agradecidos de la Liga por el ambiente desangelado, por el frío y sobre todo por el fútbol agresivo que practica el Getafe. La visita se convierte en un purgatorio si llegas con una gran carga de partidos, en cuadro por una ristra de lesiones sin fin y con unos precedentes que invitaban al pesimismo, sin triunfos en las cuatro visitas anteriores en Primera. Todo apuntaba en contra del Girona antes del pitido inicial, pero los de Míchel hicieron de la necesidad virtud. En un partido que no pasará a la historia por el bueno juego, tampoco por jugadas vistosas, los gerundenses sublevaron una virtud que llevaba meses cogiendo polvo en un cajón: la efectividad. Lastrados toda la temporada por la poca pólvora, en esta ocasión el Girona se llevó los tres puntos en su única ocasión, transformada en gol por Yangel Herrera.

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