Hay muchas maneras de celebrar que el Barça vive y sigue latiendo fuerte y todas son válidas. Servidor lo hizo junto a tres amigos culés en el Bar Gol del barrio de Sant Antoni de Barcelona. Nos citamos para comer y nos repartimos amistosamente caracoles, garbanzos con oreja de cerdo, butifarra, callos, cap i pota y otros manjares poco vegetarianos regados con cañas de cerveza y vino después. Hablamos del combate Broncano-Motos (somos de Broncano), del ascenso de la ultraderecha, tanto en partidos de dentro como de fuera de casa, de nuestros respectivos trabajos y, una vez agotados los chistecillos de humor negro de rigor entre colegas no aptos para esta columna, entramos en materia y nos pusimos a hablar de asuntos serios, es decir, del Barça. En realidad, no es tan importante lo que nos dijimos (siempre decimos lo mismo, con pequeñas variaciones y no precisamente las Goldberg) sino el hecho de que fuera el equipo del que somos desde pequeños el motivo que nos reuniera otra vez, ayer con la excusa de su cumpleaños.