Con Raphinha en la derecha tirando hacia dentro (su tendencia natural) y Pablo Torre haciendo lo propio por la izquierda, al Barça le faltó amplitud en la última línea. De hecho, el Barça solo registró tres regates exitosos y dos de ellos fueron de Balde en zona media en los primeros 45 minutos. Esa es la explicación de que Flick cambiara todo el frente de ataque en la segunda mitad con Lamine en la derecha, Ferran en la izquierda y Raphinha por dentro. El 1-1 se fabricó a partir del nuevo encuadre y de la calidad del brasileño, pero al equipo le siguió faltando anchura amenazante. La anchura que desgasta al rival y que facilita los ataques.