Tres partidos en catorce jornadas había ganado esta temporada el Barbastro, penúltimo del grupo 2 en el Segunda RFEF, hasta que ayer se cruzó en su camino el Espanyol. El equipo de Manolo González sucumbió de manera incomprensible e impresentable ante un rival muy inferior y sumó a todos sus males en la Liga una humillación copera impensable. Un revolcón más que sonrojante. Barbastro forma parte ya de la historia negra perica. Después de la alegría que supuso el triunfo ante el Celta, esta derrota indigna devolverá las críticas a una plantilla que no ha sabido estar a la altura y a un club a la deriva que hoy celebra su junta de accionistas sin la presencia de su dueño.

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