Cantos de sirena que le quieren conquistar, engatusar, llevarle a su terreno, desviarle de su camino a casa. Susurros que le cuchichean cerca de la oreja las delicias de la carrera, que le enumeran las bondades del Norte de la península, huyendo del calor que tan poco le gusta. Una melodía que le recuerda que con 26 años podría tener ya las tres grandes en el bolsillo. Sería el octavo en toda la historia, el cuarto en el siglo XXI. Un estribillo pegadizo que le habla de su debut en la ronda, en el 2019, que le pretende tocar la fibra con lo que fue su rampa de lanzamiento al estrellato, con aquellas tres victorias de etapa (Cortals d’Encamp, Los Machucos y Gredos), el tercer puesto en la general y el maillot de mejor joven.