A los centrocampistas se les mide por sus pases, por su capacidad de girarse y recibir entre líneas, por la recuperaciones, por la clarividencia o por el ritmo que dan al juego. En el Barça más aún si cabe. Pero a veces hay un gol que te indica que estás en el buen camino, te pone en órbita. Hay goles que son necesarios para la persona y el equipo. Bien lo puede atestiguar la carrera de Iniesta con Stamford Bridge. O incluso Xavi con el cabezazo en Pucela. Y Gavi echaba de menos esa sensación, sobre todo porque además estuvo 11 meses alejado del césped y la pelota.