Chicago, escenario estos días de la convención demócrata, no es ajena a las dinastías y los trapicheos políticos. El legendario alcalde Richard Daley sr., que ocupó el cargo 21 años (su hijo Richard Daley jr. superaría más tarde la marca con 22), repartía favores entre la comunidad irlandesa (arreglar una lavadora o una ducha, conseguir una plaza en el colegio, un puñado de dólares…), y a cambio pedía a sus integrantes que “fueran a votar pronto y muchas veces”. En las elecciones de 1960, el resultado de Illinois salió el último, con el país en vilo. Si Nixon se llevaba el estado, era presidente. Pero lo ganó JFK por unos miles de votos, y el resto es historia. Los republicanos dicen todavía hoy que hubo tongo.

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