Chispea a orillas del lago Alster, en Hamburgo, dibujando un panorama de lo más otoñal. Allá se eleva el escultural hotel The Fontenay, cobijo del Barça para jugar esta noche su partido de Champions ante el exiliado Shakhtar Donetsk. Un grupo de unos 15 aficionados espera, sin alharacas, la llegada de los jugadores. Nada que ver con los tiempos de grandeza cuando eran centenares los que se apostaban para jalear al equipo. Eran los años de Leo Messi. En busca de recuperar aquella gloria el Barcelona debe dar este martes el primer paso, el que pasa por clasificarse para los octavos de final de la Liga de Campeones.