A Xavi Hernández le encandila hablar de fútbol. Hasta el punto de aburrir al personal si hace falta. Ya era así en su época de jugador. Versaba sobre el balón, el juego y los sistemas con una pasión desbordante. Se intuía a la legua que el cerebro del mejor Barça de la historia aspiraba en un futuro a cambiar el pantalón corto por la pizarra para convertirse en entrenador. Años después a Xavi le sigue encantando conversar sobre fútbol. El tercer hombre, el hombre libre, la base del cuadrado… Términos que hemos escuchado hasta la saciedad, pero que en las últimas semanas o ha repetido menos o no han sido la clave de bóveda de su discurso. Y eso ha sido lo preocupante.

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