Víctima de su vulnerabilidad el Barça entregó su segundo título en diez días. Como consecuencia de sus errores defensivos y de su falta de concentración el conjunto blaugrana dejó escapar también la Copa. Lo hizo al límite y en una Catedral desatada. Encima, mordió el polvo por culpa de un verdugo habitual como Iñaki Williams, que llegó este mismo miércoles a Bilbao procedente de la Copa África para desnivelar la balanza en el añadido de la primera parte de la prórroga. Su hermano Nico puso la guinda con el cuarto.

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