La Volta a Catalunya se escribe desde hace más de cuarenta años con una P. Con la del apellido de Rubèn Peris, su alma mater, presidente de la organización de la carrera. Pero la 103.ª edición de la prueba catalana, que parte este lunes desde Sant Feliu de Guíxols, aún con más motivo. Es la Volta de Pogacar, el ciclista más espectacular del pelotón, capaz de atacar y recorrer en solitario 80 kilómetros en una clásica –lo hizo hace dos semanas en la Strade Bianche–. Y también es la Volta de Pradell, el puerto temible para los ciclistas y tan esperado por los aficionados y cicloturistas que conocen el Berguedà, que hacía años que pedían su inclusión. Se subirá el sábado, en la penúltima jornada, en la que será el tercer final en alto en una prueba de siete días, que acaba el domingo en Barcelona.

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