De estilo personal e intransferible, Luis Enrique afronta la ida de los cuartos de final de la Champions con la vehemencia de siempre, desacomplajado y haciendo de la presión su gasolina. De hecho negó que su equipo la sienta y la transformó en “ilusión y ambición”. Es en estos momentos de la temporada cuando el técnico, en consonancia con sus equipos, se suele crecer. “Estamos en un gran momento de la temporada, nos llega en el mejor momento mental, físico y futbolístico”, dejó caer para empezar. Más adelante, se postuló como el mejor representante de los valores futbolísticos del Barça, por encima del Xavi entrenador y sin titubeo alguno. “Mirad las estadísticas, en posesión, en presión alta, en títulos. Lo represento yo, sin ninguna duda”, sentenció.