Hace no tanto tiempo este equipo jugaba en el barro, se lavaba en casa las camisetas y competía en un campo de entrenamiento de la ciudad deportiva. Ahora tienen un estadio propio -que llenan cada jornada-, vuelan en un avión personalizado hacia lugares como Stamford Bridge o el Allianz Arena y pisan las alfombras rojas del Balón de Oro o los premios Laureus. Y todo esto ha sucedido en muy poco tiempo. Tan poco que aún algunas de las futbolistas que hoy visten la camiseta blaugrana son las mismas que entrenaban a las diez de la noche en los peores campos. Es por eso que esta ha sido una semana especialmente dura para el equipo. Solo así se explica la rabia con la que celebraron sobre el césped de Stamford Bridge el pase a la final de la Champions. Ese grito ensordecedor y liberador de Jonatan Giráldez, el banquillo estallando con el gol de Aitana y enloqueciendo con el de Rolfö, el emocionado abrazo de Alexia con su madre, que no se pierde ninguna noche señalada.

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