Siete amarillas. Caras ensangrentadas. Mucho choque, bastantes interrupciones y pocos goles. Austria planteó una batalla de cuerpo a cuerpo contra Francia, que solo pudo llevarse el triunfo gracias a un golpe de suerte en un centro de Mbappé que parecía inofensivo y que el central Wöber se introdujo en su portería.

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