La culpa, cómo no, la tienen los rusos, concretamente uno llamado Denís Pankrátov. El hombre tiene hoy 50 años, sigue rozando el metro noventa, pero digamos que se ha dejado ir. En su época de nadador era diferente. Además de poseer una figura estilizada y una espalda para aterrizar aviones, fue un auténtico fuera de serie. En los Juegos Olímpicos de 1996 celebrados en Atlanta se colgó dos oros al imponerse en los 100 y los 200 metros mariposa. Llegó a establecer siete récords mundiales, tres en piscina larga (50 metros) y cuatro en corta (25 metros). Pero Pankrátov pasó a la historia no tanto por sus victorias sino por la manera de conseguirlas.