R etransmitir y comentar competiciones deportivas es una ciencia inexacta y difícil. París confirma que las opciones son diversas, pero que, en general, las cadenas de televisión y las emisoras de radio apuestan por un cóctel de información, entretenimiento y estridencia. Los grandes modelos del pasado (pienso en Paloma del Río) son una referencia relativa, porque el presente obliga a reforzar al componente del espectáculo y de la identificación. Los códigos de la inmediatez son más demagógicos que los de la actualidad documentada. Es una espiral que convierte a los narradores y comentaristas en atletas de la onomatopeya admirativa o, si se tercia, de la exaltación patriótica.

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