Raphinha cogió el balón y lo plantó en el punto de penalti. Con el brazalete de capitán enfundado en su brazo izquierdo levantó la mirada, armó la pierna y conectó un disparo seco, duro y ajustado. Un chut inapelable para desatascar al Barça en un momento clave del encuentro en Mallorca y quién sabe si de la temporada. Porque este Raphinha transformado es capital en todo momento. El valor más estable de la plantilla. El delantero más fiable. El que nunca deja de trabajar, de presionar y de sudar. El auténtico intocable de Hansi Flick.

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